8 de marzo de 2007
san Telmo
Y estando en la mismísima plaza San Telmo, sentada, esperando a una vieja amiga, nerviosa, por verla, por saber si se acordaría de mi, si aquella complicidad que tuvimos seguía igual, allí sentada impaciente, apareció a mi vera Pedro. Así me dijo que se llamaba. Comenzamos a hablar de lo típico e insignificante, y de lo curioso de encontrarme tan lejos de casa. Pareciera que lo llevo escrito en la frente. Lo curioso es que ese no era su nombre, se lo habían puesto con el tiempo, porque Pedro no aparecía en los registros de nadie y de nada. Había nacido en la selva allá por Misiones, en la mismisisima selva, en una aldea; por aquel entonces yo no sabía lo que era, no había visto ninguna, y toda su historia me pareció lo mas parecido a una cuento real fuera de época . Pedro se hacía llamar Pedro, pero no sabía que día había nacido, ni que año, ni donde exactamente. Cuando tuvo conciencia de algo trabajaba para un hombre de una pequeña aldea que contaba que sus padres lo habían vendido antes de emigrar hacia las zonas petroleras del norte. Y ahí creció trabajando, jugando a laburar, e inventándose a sí mismo, un nombre, una historia, una fecha no, deambulando por el pais, llegó a Capital con una mano delante y otra detrás. Yo no podía creer esta historia, intercambiamos artesanías; las suyas decía tener poderes curativos y prometía que me iban a proteger durante mi viaje. De hecho fue verdad. Nada malo me pasó, y si me pasó ya se me olvidó. Las mías nada tenían que ver, pero le gustaron, decía que eran originales y personales, y que estaban llenas de energía; me alagó, siempre había vendido, o regalado, nunca pensé que al hacerlo con mis manos, transmitía algo de mi misma, de mi persona… Ganándose la vida como artesano, vivío, comió y durmió en la calle, saber cuantos años!, y así conoció a Greta, austriaca, compartieron como tantos otros, parche, artesanías, charlas, el placer de probar todo tipo de drogas, aparte de todos los telos, y pensiones chinchescas que encontraron. Y se encontraron. Y disfrutaron de oirse, de sentirse y de probarse. Pero como tantas y tantas historias Greta se fue, volvió a Austria, Pero no supo nunca si fue verdad aquella excusa del padre enfermo o por que se cansó de cagarse de hambre en el parche o porque se cansó de Pedro. Pero siguieron comunicándose de rato en rato, por e-mail. Pasaron meses, muchos meses y Pedro no recibía nada, decidió escribir e insistir, algo presentía. A las semanas recibió un mail de Greta, le habían encontrado un tumor de garganta, 30 años y cáncer, era cuestión de semanas o pocos meses. Le mandaba un billete de avión. Le pedía a Pedro que viajara, que estuviera con ella, que crearan juntos como antes, arcilla, hilo encerado y cuentas, muchas cuentas.. Pero Pedro, no era Pedro, no tenía ni cedula, ni identificación, ni nadie que verificara que estaba vivo, ni nadie que certificara donde y cuando había nacido. Ninguna posibilidad de convertirse en alguien, ninguna posibilidad de viajar junto a ella. El billete caducó y Greta esperó hasta el final

Etiquetas: ,

posted by lichiaraña @ 14:56  
1 Comments:
  • At 9 de marzo de 2007, 9:38, Blogger Unknown said…

    Y quien dice que tus artesanías no tengan poderes, antes de que se me rompiera tu pulsera ya se me había cumplido mi deseo. ahh por cierto un cuento precioso y muy triste y EMO jeje
    Un besote

    PD: ya le puedes cambiar el vestido al blog :D

     
Publicar un comentario
<< Home
 
sucede que a veces – ISMAEL SERRANO
meses
tela de araña
atrapados en mi red
Powered by blogger & isnaini