Achával vivía lejos, a más de una hora de Buenos Aires. Cada mañana Acha subía al ferrocarril de las nueve para irse a trabajar. Subía siempre al mismo vagón y se sentaba en el mismo lugar. Frente a él viajaba una mujer. Todos los días, a las nueve y veinticinto, esa mujer bajaba por un minuto en una estación, siempre la misma, donde un hombre la esperaba parado siempre en el mismo lugar. La mujer y el hombre se abrazaban y se besaban hasta que sonaba la señal de salida. Entonces ella se desprendía y volvía al tren. Esa mujer se sentaba siempre frente a él, pero Acha nunca le escuchó la voz. Una mañana ella no vino y a las nueve y veinticinto Acha vio, por la ventanilla, al hombre esperando en el andén. Ella nunca más vino. Al cabo de una semana, también el hombre desapareció. Etiquetas: E. Galeano |
me vas a hacer llorar, que triste